Esto me ocurrió cuando acababa de empezar mi carrera como escultor. Por aquel entonces, era un aprendiz novato que hacía recados a las órdenes de un escultor muy conocido, Mark Stone. Un día, recibió una extraña petición de la familia Crimson de Talandre. Querían estatuas para el santuario de sus antepasados.

Encargar estatuas para los santuarios de las casas no era algo extraño, pero los detalles de su petición eran vergonzosos. Querían una estatua de Einar para la entrada y una estatua de un demonio para el interior del santuario.

¡Una estatua de un demonio en un lugar que debería ser sagrado!

Sabia que los nobles eran un grupo peculiar, pero esto era demasiado bizarro. Aún así, mi maestro aceptó el trabajo ya que la paga era buena, y tuve que ayudarle hasta que terminara con el proyecto.

Finalmente, las estatuas estaban completas y colocadas. La entrada con las estatuas de Einar era la escena más sagrada posible, pero en el interior, las estatuas demoníacas proyectaban sombras ominosas sobre los ataúdes de sus antepasados. El hombre de los Crimson parecía muy satisfecho. "Muy bien. Este lugar se ha convertido finalmente en una tumba familiar adecuada para la familia Crimson". El hombre dijo esto y luego se marchó.

En aquel entonces no entendía lo que quería decir con eso. Pero unos años más tarde, cuando los monstruos salieron de la Casona de Crimson, finalmente lo entendí. Entendí por qué colocaron estatuas sagradas en el frente y demonios en el interior. Era una metáfora de su verdadera naturaleza: una familia noble, aparentemente honorable, con secretos malvados.

Bueno, nadie lo sabría con certeza, ahora que hasta el último miembro de la familia Crimson ha desaparecido.