Registros de la investigación de Ahzreil
Yo, Christopher Kunde, he estado investigando la estructura jerárquica de los Grandes Ancianos de la Orden Sylaveana. Mi intención es develar sus actos malignos y prevenir la expansión de sus creencias.
Mi mayor interés es descubrir cómo es que Ahzreil, quien alguna vez fue el sacerdote más devoto de Einar, se convirtió en un Gran Anciano de la Orden Sylaveana.
Si descubro cómo sucedió, podría, al menos, comprender cómo corrompen a otros seres.
Con lo anterior en mente, investigaré qué fue lo que realmente sucedió con Ahzreil y armaré un registro de estos eventos.
La leyenda de Ahzreil
Xeroth, quien en el pasado había sido una prometedora investigadora de la magia, recibió un mensaje de su dios Tiumangard que decía que debía sacrificar en su nombre a la persona que más amara para demostrar su fe.
Para cumplir con su demanda, apuñaló a su amante, Ahzreil, con una daga venenosa y lo tiró por un precipicio.
Pero el cuarto Gran Anciano, Skultus, salvó al hombre moribundo.
Ahzreil resucitó gracias al poder de la oscuridad, pero su falta de esperanza fue tan grande que le dio la espalda a la luz de Einar. Así fue como se convirtió en un fiel seguidor de Sylaveth, el dios que deseaba la muerte y el castigo para la humanidad.
Pasaron los años y Ahzreil se convirtió en el sexto Gran Anciano, quien inició la guerra de magos para destruir los templos de Einar.
Presenciando a Ahzreil
En los últimos días, trotamundos, comerciantes y peregrinos que pasaban por el Templo Destrozado han perdido la vida en manos de Ahzreil.
Los familiares de las víctimas estaban furiosos y comenzaron a recaudar fondos para contratar mercenarios y gremios para vengar a sus seres queridos.
Me uní a una banda de mercenarios con la esperanza de ver al Gran Anciano Ahzreil con mis propios ojos y, tras un mes en el camino, por fin lo encontramos.
Sin embargo, el monstruo era la encarnación del miedo. Me desmayé durante la batalla y cuando desperté, estaba enterrado bajo una pila de cadáveres.
Recuerdo un humo oscuro que se arremolinaba alrededor de una gigantesca estatua y el desagradable hedor de Ahzreil al aparecer. Cuando blandió su guadaña, decenas de mercenarios perdieron las cabezas.
Ya pasó una semana, pero cada vez que pienso en lo que ocurrió, se me sigue acelerando el corazón. Por esa razón, ya no seguiré con esta investigación.