Era un día caluroso y húmedo. Escuché un grito, así que seguí la voz y encontré a un pequeño orco atrapado en la red de un cazador. El niño orco luchó ferozmente contra mí cuando me acerqué a él, pero cuando lo liberé, se calmó. Cuando le dije que lo llevaría con el clan Nebulaka, me contó la historia de Ktar, el héroe del clan Nebulaka, para devolverme el favor.
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El clan Nebulaka odiaba a los humanos, ya que estos asaltaban sus aldeas a toda la hora. Los guerreros orcos lucharon con valentía, pero los humanos eran demasiado fuertes.
Su sumo sacerdote por fin se había levantado para proteger a su clan. Rezó a Flamakan y el dios les respondió con el guerrero más feroz que jamás hubieran tenido los orcos.
"¡Flamakan ha respondido a nuestras plegarias! ¡Nuestro bendito guerrero Ktar nos protegerá y vengará a nuestros débiles que ya han fallecido!".
Ktar era el orco más fuerte y grande, y todos lo celebraban. Incluso los humanos empezaron a evitar a este monstruoso orco. Algunos intentaron luchar contra Ktar, pero acabaron muertos o se encontraron con un destino peor que la muerte. Por fin, los humanos cesaron de atacar a los orcos Nebulaka. La paz había llegado... o eso pensaban los orcos.
Cuando todos los humanos desaparecieron, Ktar se aburrió y comenzó a acosar a los orcos, rompiendo y lanzando cosas. Los niños corrían al ver a Ktar y los viejos orcos se quedaban en casa para evitarlo. Ktar se peleaba constantemente con otros orcos y les gritaba cuando lo criticaban.
"¡Estoy muy aburrido! ¡Tengo que luchar! ¡Luchen contra mí!".
Conforme el daño se salía de control, los orcos empezaron a buscar soluciones, pero en realidad no había nada que pudieran hacer. Preguntó uno de los orcos ancianos:
"Si su problema es el aburrimiento, ¿por qué no jugamos con él?".
"Ktar es demasiado salvaje, no podemos jugar con él".
Entonces, a uno de los orcos se le ocurrió una idea. Recogió huevos de rana petardo y los vertió sobre la ropa de Ktar. Cada vez que Ktar se movía, los huevos estallaban con un extraño sonido de pedos. Ktar estaba molesto, pero no tuvo tiempo de golpear al culpable porque estaba demasiado ocupado limpiando su ropa.
Los orcos, al ver esto, asintieron con seriedad y salieron en busca de otras herramientas de venganza... es decir, "juguetes". Por ejemplo, un orco trajo abejas de mancha roja con alas gigantes y las soltaba cada vez que Ktar intentaba dormir para despertarlo con el ruido de sus zumbidos.
Desde entonces, Ktar no ha tenido tiempo para aburrirse con todas estas torturas... perdón, "bromas". Se escondió, negándose a ver a alguien. Incluso dejó de comer.
Un orco anciano se apiadó de él y solía llevarle pescado y fruta todos los días. Esto conmovió a Ktar y pidió disculpas a los ancianos por su mal comportamiento. Este anciano orco era uno de los más sabios y hábiles, pero nunca presumía de ello. Ktar aprendió mucho de su actitud modesta y eso lo convirtió en el verdadero héroe del clan Nebulaka.
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Y finalmente llegamos a la colina que tenía vista a toda la aldea Nebulaka. El niño se despidió de mí con una expresión alegre en el rostro y corrió al pueblo.