El dios del fuego, Flamakan, creó una raza de seres poderosos, los orcos, con el majestuoso poder del fuego. Sin embargo, debido a su naturaleza agresiva, no se llevaban bien con otras razas e insistían con librar batallas sanguinarias. De entre todas las razas, su relación con los humanos es la más larga y beligerante debido a los frecuentes malos entendidos, a pesar de que sus sociedades tienen notables similitudes.
Según las estadísticas de la última década, la cantidad de humanos que mueren a manos de orcos es más del doble que los que mueren en la guerra. Por ser un humano que puede perder a familiares, parejas y amigos a manos de los orcos en cualquier momento, estoy dispuesto a sacrificar cualquier cosa para detener esta lucha sin sentido.
Para hacerlo, primero debemos entender a los orcos. Es por eso que yo, Charles Russell, guardé la mayor cantidad de pociones de transformación que pude, me adentré a gatas en los profundos barrancos donde moran los orcos y me infiltré en sus vidas cotidianas. Este libro es una colección de observaciones sobre la vida de los orcos que he conocido. Puse todo mi esfuerzo en transmitir lo que he visto sin incurrir en malentendidos o sesgos.
La primera mitad del libro se centra en la vida de los orcos, que en ningún otro lado ha sido documentada. La segunda mitad describe los atributos que rigen el nacimiento, la vejez, la enfermedad y la muerte de los orcos.
Espero sinceramente que este relato conduzca a estas dos razas a algún nivel de reconciliación dentro de lo posible. El primer clan orco que busqué fue el clan Fonos, de Laslan.
Utilicé varias fuentes para identificar la ubicación más probable del clan Fonos y recurrí a un grupo de trotamundos experimentados que conocí en el Puesto del Vigía para comenzar mi viaje.
Los trotamundos estaban a la altura de la misión, por lo que llegamos a nuestro destino sin muchos contratiempos. Antes de irse, compartieron raciones y medicamentos conmigo, me enseñaron a usar el pitón y se ofrecieron a entregarle mis últimas palabras a mi familia en caso de que no regresara, lo cual ellos creían probable. Me gustaría aprovechar esta oportunidad para agradecerle a Aiba y a sus camaradas por ayudarme en todo lo posible. El asentamiento Fonos era una fortaleza natural rodeada de altos riscos. Para un hombre que pasó la mayor parte de su vida sentado frente a un escritorio, trepar por los peñascos para evadir los avispados ojos de los guardias fue una tarea atemorizante, pero era mi única opción para observar a la comunidad evitando las hachas de los temibles orcos.
Mientras recuperaba el aliento, observé a la comunidad de orcos a mis pies. Había tiendas desvencijadas e implementos desconocidos, todos curiosos a su manera. Sin embargo, lo que más me intrigaba eran los orcos jóvenes. Tras varios días de asimilar el entorno, bajé a la aldea para observar a los orcos jóvenes más de cerca.
Mi único medio para pasar desapercibido era una gran dotación de pociones de orcomutación. En un principio no podía dejar de temblar, pero luego recordé mis prácticas de transformación y logré acostumbrarme a mi nuevo cuerpo orco. Entonces, temprano en la mañana, cuando hay menos afluencia de orcos, hice mi primer intento de infiltración. Como los orcos nunca dejan que los más jóvenes salgan de los asentamientos, hubo muy pocos registros sobre ellos en el pasado. Por eso observaba con fascinación a estos jóvenes orcos deambular por la aldea.
Los orcos son criaturas temibles, pero los niños siempre son adorables, sin importar su raza. Los pequeños eran ágiles y flexibles y se la pasaban luchando y jugando entre ellos. Cuando me di cuenta de que usaban hachas afiladas como juguetes, quedé tan asombrado que casi se las quito de las manos y las lanzo lejos de allí.
Por suerte, los orcos de Fonos cuentan naturalmente con músculos resistentes y piel dura. Ni las hojas más formidables podrían dejarles cicatriz. Gracias a estas características, es seguro para los infantes del clan Fonos jugar con hachas rotas y resquebrajadas desde que son bebés. Aprenden a sostener un hacha antes de aprender a caminar.
Además, los orcos de Fonos cuentan con una fuerza aterradora; hasta un orco infante podría partir su hacha de juguete sin esfuerzo. Tras romper unas cuantas hachas viejas, los niños pronto reciben sus primeras hachas reales adecuadas para sus pequeñas manos. Sin embargo, no parece que estas armas signifiquen mucho para los orcos porque la mayoría se pierden o se rompen en las cacerías de jabalíes.
La cacería de jabalíes es el pasatiempo favorito de los orcos jóvenes, aunque, para suerte de los jabalíes, no tardan mucho en cansarse de ella. A esta edad, los orcos de Fonos crecen bastante rápido y no tardan en alcanzar la complexión de un adulto. Con su nuevo tamaño y confianza, los machos jóvenes se interesan más en competir contra sus pares que en cazar. Desde la adolescencia hasta la adultez, los orcos de Fonos prueban su valía constantemente en combate.
Además de su superioridad física, los orcos de Fonos tienen un espíritu competitivo sin igual. En el pasado, cuando los orcos formaban clanes unificados, el clan Fonos tuvo el honor de producir a los primeros jefes tribales, probablemente debido en gran parte a su inusual naturaleza agresiva. Los niños del clan Kalturán son criados de una forma bastante única.
Los Kalturán crían a tantos lobos que no exagero al decir que conforman la mitad de su población. Los lobos juegan un importante papel en la crianza de los Kalturán más jóvenes.
La crianza de los más pequeños comienza desde la cuna. Los recién nacidos se colocan en cunas junto a los lobos, quienes les comparten su calor corporal e incluso juegan con ellos si lloran. Cuando los infantes comienzan a ganar fuerza en las piernas, los lobos los acogen en la manada y les enseñan a caminar. En un santiamén, están corriendo y montando lobos, todo bajo estricta vigilancia.
Cuando empiezan a ganar motricidad fina en sus dedos, los niños empiezan a recolectar alimentos con la ayuda de los lobos. Gracias a su tamaño relativamente pequeño, los principales medios de supervivencia de los Kalturán son la recolección y la caza, en vez del ataque a las comunidades cercanas. Los jóvenes orcos dependen completamente de las habilidades de concentración y observación de sus lobos para recolectar alimentos. Como pueden viajar distancias relativamente largas al montar a los lobos, suelen conseguir una recolección abundante a lo largo de las cadenas montañosas.
Los orcos más habilidosos usan sus arcos para cazar. Estos cazadores novatos suelen lanzarse en medio del caos sin haber entrenado demasiado, pero su tasa de éxito es bastante alta gracias a sus lobos, que arrean a sus presas de manera organizada y disciplinada. A medida que mejoran sus habilidades de caza, cada vez necesitan usar menos flechas y cuando logran matar a un animal de un solo flechazo, se reconoce a los machos jóvenes como adultos.
Estos no son los únicos beneficios de vivir entre los lobos. Los niños Kalturán aprenden de ellos las habilidades de liderazgo de un jefe y las habilidades organizativas de un clan. A pesar de ser un clan relativamente pequeño, los Kalturán han logrado mantenerse en pie contra muchos de los clanes orcos más agresivos porque tienen un líder inteligente y miembros leales que siguen órdenes como una unidad. Las tácticas del clan Kalturán tienen una fuerte influencia del liderazgo de su jefe orco. A diferencia de la mayoría de los clanes orcos, los Kalturán eligen al orco más sabio y le delegan la autoridad absoluta sobre ellos. En resumen, los Kalturán son los orcos con la organización social más similar a la de los humanos.
Por otra parte, los Akidu son a la vez los más y menos orcos. Su primer jefe tribal, Akidu, juntó a varios clanes orcos para conformar un clan unificado, lo que logró sin recurrir a la fuerza de un Fonos o a la capacidad de liderazgo de un Kalturán, usando solo sus palabras para convencer a los líderes en guerra de detenerse. El clan se mantuvo unificado bajo el mandato de tres jefes. Fue la primera vez en la historia que los orcos, a pesar de su naturaleza rebelde, lograron mantenerse juntos durante tanto tiempo.
Sin embargo, a pesar de ser el artífice de esta unión, Akidu nunca podría ser el jefe del clan unificado. Nunca tendría la oportunidad de vencer en una contienda de los más fuertes que incluyera a los orcos de Fonos. Eventualmente Akidu incursionó en las artes prohibidas y, confiando en el poder de la magia negra, subió a la posición de Cuarto Líder del Clan Unificado. Sin embargo, los orcos, que valoraban el poder puro, se rebelaron contra él. Así fue como el clan unificado se deshizo y se perdió en la historia.
A pesar de que su legado se desvaneció por sus propias manos, las ambiciones de Akidu eran insaciables, por lo que juntó a los orcos que lo seguían y formó el clan Akidu con los individuos más fuertes, a quienes les otorgó poderes oscuros. Este fue el comienzo de los orcos sombríos, los cuales a día de hoy siguen causando estragos en el continente.
Por suerte para el resto del mundo, no todos los orcos pueden soportar el poder de la magia negra. Muchos orcos murieron por usar magia durante demasiado tiempo, convirtiéndose en cenizas sin dejar rastro. Quizás haya sido el dios del fuego, Flamakan, quien extinguió el fuego de los orcos que codiciaron demasiado poder. |