El monstruo del Bosque Carmín (1)
"Nunca había visto nada tan espantoso en el mundo. Nunca lo olvidaré".
El cazador que tenía en frente negó con la cabeza. Solía formar parte de la Resistencia, pero ya está retirado y trabaja como cazador. Le dio un bocado a la pata de pájaro de terror que le ofrecí y abrió su paquete.
"¿Ya han pasado diez años...? Eso fue cuando ese ser despreciable, Reville Lupius, invadió nuestro pueblo".
La historia de cómo el pueblo de Laslan se resistió al hombre que intentó conquistar el reino de Solisium, Reville Lupius, es el orgullo de esta región. Pensaba que una jarra de cerveza sería suficiente para escuchar la historia, pero el cazador levantó las cejas y me miró seriamente.
En el noreste de Laslan hay un lugar llamado Bosque Carmín, donde solían vivir los orcos del clan Kalturán. A diferencia de la tribu Fonos del sur, que es hostil con los humanos, el clan Kalturán mantenía una relación amistosa con nosotros. Así era hasta que un día la Legión de Arkeum atacó a los orcos y los expulsó del Bosque Carmín.
Luego de que los orcos Kalturán fueran expulsados, la Resistencia intentó ocupar el Bosque Carmín, pero un monstruo aterrador llamado Morokai se había adueñado del lugar. Los primeros que pudieron ver a este extraño ser afirman que era tan grande como un ogro, tan feo como un orco y que olía tan mal como un zombi. Lo peor era que, en lugar de tenerlo dentro del cuerpo, su corazón colgaba de un báculo que llevaba consigo a todas partes. Si yo hubiese sido el comandante que recibió ese informe, habría pensado que los soldados habían tenido una pesadilla y los habría mandado de vuelta al trabajo. Pero el capitán DaVinci, el líder en aquel entonces, era mucho más sabio que yo. La Resistencia de Laslan se aseguró de convertir el Bosque Carmín en una zona restringida para que ningún civil pudiera entrar.
El monstruo del Bosque Carmín (2)
Un día, la Legión de Arkeum invadió Laslan en una descomunal operación de emboscada. La Resistencia hizo todo lo posible por defender Laslan y logró expulsar a la legión hacia el norte, a las Ruinas de Turayne. Pero cuando estaban a punto de cantar victoria, uno de los granjeros dijo que su hijo había desaparecido. Sus amigos y él se habían separado y habían huido al Bosque Carmín.
Aunque sabían que estaban poniendo en peligro la vida de muchas personas por salvar a unos cuantos niños, el capitán DaVinci y sus subordinados eran personas valientes que no dudaron en tomar sus armas y adentrarse en el bosque. Tras investigar la zona, lograron rescatar a tres niños que estaban atrapados en el nido de Morokai, pero lo que impactó a la Resistencia fue lo que vieron en el interior.
"Probablemente había más de mil arañas y todas estaban cubiertas de telarañas. Y ni hablar de los huevos... estaban por todas partes. Ocupaban todo el espacio de esa inmensa cueva".
Pensé que podía estar exagerando, pero uno de los soldados de la Resistencia que estaba sentado junto a nosotros asintió con seriedad. Esta historia era famosa entre las fuerzas de la Resistencia de Laslan. Luego de rescatar a los niños, DaVinci ordenó a los soldados quemar todo cuanto hubiera dentro de la cueva y el nido de las arañas quedó destruido, pero la historia no termina ahí. Los soldados de la Resistencia contaron que escucharon un grito aterrador que nunca antes habían oído. Alguien estaba chillando "¡Mis bebés! ¡Mis bebés!".
Tuvo que ser Morokai. ¿Quién más podría ser? ¡Ese temible monstruo estaba cuidando de las arañas!
El monstruo del Bosque Carmín (3)
Era, a grandes rasgos, una historia difícil de creer. El Bosque Carmín volvió a ser una zona restringida, y aunque nadie intentaba entrar en el bosque, yo no podía contener mi curiosidad. Fui hasta la Guardia y les rogué que me dejaran ver por un segundo a Morokai. Tras molestarlos un buen rato, al final acabaron por prestarme uno de sus catalejos para poder observarlo desde lejos.
Lo que más me sorprendió fue el hecho de que todos los rumores que había oído eran completamente ciertos. Nadie estaba exagerando. Incluso con escribir estas palabras me aterra la idea de ver al monstruo esta noche en mis pesadillas. Unas patas gigantes de araña le salían de la espalda, pero al mirarlas con más detenimiento, resultaron pertenecer a dos arañas gigantes que Morokai llevaba a cuestas. Mientras caminaba por el bosque, les acariciaba las patas con una mano decrépita y podrida. Y sí, era cierto, su espantoso corazón latía colgando de un báculo que sujetaba firmemente con la otra mano.
Luego de presenciar tan espantoso espectáculo, tiré el catalejo y vomité el desayuno. Me debatí sobre si debería escribir sobre algo tan vil y repugnante o no. Sin embargo, ya que mi objetivo es registrar todo sobre todas las criaturas existentes sin excepción, tomé la difícil decisión de describir mi experiencia. Si hay algún trotamundos ignorante que se atreva a aventurarse en el Bosque Carmín, espero de corazón que pueda leer estos registros y se lo piense dos veces.