Ahora soy una anciana, lo bastante mayor para saber cómo funciona el mundo, pero aún me dan escalofríos cuando pienso en aquel horrible día. Cuando mi pobre familia me envió a la Casona de Crimson para convertirme en criada, sólo tenía catorce años. Era demasiado delgada y pequeña, y el ama de llaves Millar dijo que me aceptaría sólo si aceptaba trabajar por la mitad del salario.

Acepté, por supuesto, y el ama de llaves me dio una lista de instrucciones para trabajar como criada. Mantenerme limpia, no hablarle al amo a menos que se me ordenara, no hablar con extraños sobre lo que ocurría en la casona, etcétera. También me dijo que nunca me acercara al sótano.

No me atreví a preguntarle al ama de llaves por qué, pero otras criadas me contaron historias raras. Que se oían ruidos monstruosos desde el sótano por la noche y cosas así. También corría el rumor de que los Crimson no eran unos simples cazadores, sino en realidad cazadores de hombres. Eran historias horribles y fascinantes, y a las criadas les encantaba hablar de ellas.

Pero entonces alguien se pasó de la raya. Una criada muy valiente y entrometida fue al sótano a ver si los rumores eran ciertos. Pero Millar la descubrió y la despidió en el acto. Ni siquiera tuvo la oportunidad de despedirse. Las criadas dejaron de hablar del sótano por completo. Tenía que irme directamente a la cama al terminar mi trabajo diario.

Ese día, fui a la Aldea Campanario a hacer un recado. Cuando llegué al pueblo, oí un grito. No podía creer lo que veían mis ojos. Vi a la criada entrometida que se decía que había sido despedida. Y parecía un monstruo. No era sólo ella. Había otros monstruos también, todos de la Mansión de Crimson. Estaban atacando a los aldeanos, destrozándolos. Entonces los muertos volvieron a la vida, y empezaron a lastimar a más gente. Hui a la Aldea Herba y sobreviví, pero lo que vi ese día se grabó a fuego en mi mente.

Desearía no haber ido a la aldea ese día. Me alegro de no haber sido lo suficientemente valiente o entrometida para ir al sótano. Me alegro de no haber sido yo quien se convirtió en ese horrible monstruo...