20 de mayo de 1189
Plegaria para una buena cosecha
¡Oh, grandiosa tierra! ¡Nuestro padre!
Gobernante de la tierra, glorioso Mafrion, concédenos tus bendiciones.
Que la tierra sea aún más fértil.
Que el grano crezca alto y fuerte.
Que la tierra nos ofrezca cosechas abundantes.
Que florezcan un millón de flores de centeno.
Que crezcan deslumbrantes los campos de trigo.
Que haya abundancia en toda la tierra.
¡Oh, bendita tierra! ¡Concédenos abundancia de comida!
¡Que el deslumbrante centeno madure rápido!
Que la cosecha rebose para compartirla entre todos.
¡Oh, Mafrion, gobernante de la tierra! ¡Concédenos tus bendiciones!
20 de mayo de 1190
Canción del abejorro
Oh, Mafrion, gobernante de la tierra.
Que las abejas vengan y nos bendigan con sus zumbidos.
Que puedan regresar a donde pertenecen
con la bendición y protección de tu gran poder.
¡Oh, abejas que hacen la miel! Regresen a salvo a sus hogares.
No vuelen con miedo a las avispas.
No pierdan el camino.
No escapen de sus hogares.
Confíen en nosotros y quédense en donde pertenecen,
con la protección de la voluntad del gran Mafrion.
15 de julio de 1190
Todos estábamos preocupados porque la sequía no mejoraba, pero el dulce sonido de los truenos por fin trajo lluvia a esta tierra.
No tengo dudas de que Mafrion, el regente de la tierra, escuchó mis plegarias.
Por fin nos visitaron los magos del señor.
Prometieron enviar más cosechadores para ahuyentar a los pájaros cuando paren las lluvias. Realmente espero que la cosecha de este año sea abundante...
30 de agosto de 1190
Unos sucesos horribles ocurrieron cuando la lluvia cesó.
El centeno se marchitó sin razón aparente y aparecieron plagas que nunca antes había visto. Hace diez días nos atacaron unos insectos gigantes, y cinco granjeros acabaron con heridas graves. Por suerte, los magos que el señor envió con urgencia a la aldea llegaron rápidamente y ahuyentaron a las pestes.
Formaron un círculo de magia que no dejaba entrar la plaga al pueblo, pero aun así, eso no me trajo tranquilidad. Los cosechadores que debían luchar contra los pájaros y los intrusos en los campos de centeno, ahora combaten contra los escarabajos gigantes, pero corren rumores de que cada tanto también atacan a los granjeros.
¡Oh, Mafrion, gobernante de la tierra, protégenos de estos males!
12 de octubre de 1190
Hoy enterré en mi jardín a mis leales perros de caza, Leo y Arturo.
Murieron luchando con valentía contra los escarabajos gigantes que atacaron a mi hijo más joven. Quien lo salvó me contó todo lo ocurrido. Ya no me quedan razones para quedarme en estas tierras. Los campos de centeno están repletos de monstruos peligrosos que campan a sus anchas y avispas gigantes capaces de tragarse una colmena de un bocado. Además, los cultivos ya no crecen como antes.
Creo que es hora de irme de este lugar y comenzar una nueva vida en otro lado. Guardaré mis cosas y en cuanto salga el sol partiré hacia el norte.