Acerca de Morokai

Alberto Gillan

"¡Morokai vendrá y te comerá!" es una frase que todos los padres que vivan en Laslan han dicho al menos una vez a sus hijos cuando se portan mal. Esto evidencia lo famoso y aterrador que es este monstruo para la gente de la región. Desde joven conozco los rumores, y mi curiosidad no hizo más que aumentar con los años. ¿Por qué Morokai vive solo en el bosque? ¿Es realmente el asesino brutal que la gente describe? ¿Por qué lo llaman el padre de las arañas? Tenía tantas preguntas. El día en que abandoné la escuela de magia y decidí convertirme en trotamundos, sabía cuál sería mi primer objetivo; quería encontrarme frente a frente con Morokai y hablar con él.

Para prepararme para mi encuentro con Morokai, hablé con la mayor cantidad de testigos que encontré y escribí sus historias. La primera persona que conocí fue Hank, un herborista medicinal. Cuando era joven fue al bosque y a las montañas con su padre para aprender sobre diferentes hierbas y hongos medicinales. Un día, su padre se adentró en el Bosque Carmín para buscar unos hongos raros y le dijo que se quedara donde estaba. Hank lo siguió en secreto, pensando que debía tratarse de un lugar especial que solo su padre conocía donde encontrar raras hierbas medicinales. Sin embargo, mientras se escabullía, una araña descendió de un árbol y comenzó a perseguirlo. Sus gritos llamaron la atención de su padre, quien corrió a socorrerlo blandiendo su espada. Logró cortar una de las patas de la criatura y esta huyó dando aullidos. Y entonces, luego de un par de minutos, comenzaron a oír el sonido de un latido que se hacía cada vez más fuerte. Entonces vio una enorme sombra.

El monstruo gigante que apareció con el corazón palpitando era una criatura no muerta similar a un orco. Con su voz baja y resonante dijo: "¿Cómo te atreves a molestar a mis arañas?", y levantó su báculo gigante. El padre del muchacho se interpuso delante de Morokai y le dijo que daría su vida por la de su hijo. Entonces Morokai rio con satisfacción y le dijo que solo se llevaría su brazo derecho. El segundo testigo que conocí era un soldado de la Resistencia llamado Robert. No estaba seguro de poder confiar en él por la forma en la que alardeaba de todo, pero aun así me contó su historia. En resumen, vio a Morokai en la cueva de una araña mientras buscaba a unos amigos que se habían perdido en el Bosque Carmín. Morokai veía a las arañas como sus amigos y familiares, llevaba su corazón en su báculo y tenía cara de orco. Robert dijo que el capitán de la Resistencia, el capitán DaVinci, había ido a salvarlo y que derrotó a las arañas y a Morokai, pero no sé si creer esa última parte.

Estaba preparado para enfrentar a Morokai cuando pude conectar todas las historias. Entonces, fui al Bosque Carmín, donde este vivía. Las habilidades ofensivas que aprendí en la escuela de magia me fueron útiles para derrotar a las arañas. Luego de atravesar la mitad del camino planeado, los jabalíes se convirtieron en una amenaza mayor que las arañas. Arremetían contra mí sin advertencia y descubrí que era mejor evadirlos que luchar contra ellos. Un tiempo después por fin escuché el eco de latidos proveniente de la neblina. Sabía que era el sonido del corazón que colgaba del báculo de Morokai y que tantas personas me habían mencionado. A medida que el latido se hacía más fuerte y cercano, el temor se apoderó de mí hasta dejarme completamente inmóvil. De repente, oí unas pisadas fuertes que acompañaban el latido. Entonces reuní todo el coraje que pude y grité: "¡Morokai! ¡He venido a hablar contigo!". Un momento más tarde, finalmente reveló su descomunal figura.

Le regalé diez cobijas de lana, cinco paquetes de patas de cerdo y cinco de carne de cordero a Morokai. "¡T-tengo que preguntarte algo!". Sentía cada gota de sudor que caía por mi frente mientras me observaba durante lo que pareció una eternidad. Entonces por fin abrió la boca y dijo: "¿Qué quieres saber?". Ese fue el comienzo de mi conversación con Morokai. No logré descubrir mucho sobre él, pero podía sentir un profundo remordimiento, resentimiento y tristeza en sus palabras. Mucho tiempo atrás, había sido un poderoso guerrero, el sumo sacerdote de los orcos Kalturan. Pero un día, el sumo sacerdote del clan Akidu lo sedujo con la promesa del regalo de la vida eterna y el poder absoluto. Con esa promesa, llegó la traición definitiva. No solo traicionó a sus hermanos, sino que el clan Akidu también lo traicionó a él, convirtiéndolo en un monstruoso no muerto, le arrancaron el corazón y lo colgaron de un árbol para humillarlo y causarle dolor por toda la eternidad. Dijo que su castigo era por el crimen de haber traicionado a su clan y que sus únicos amigos eran las arañas del bosque. Es por eso que se actúa en pos de la justicia con quien intente hacerles daño. Morokai también me dijo que esa sería la última conversación que tendría con los humanos y que, si intentaba volver a hablar con él, alimentaría a sus arañas conmigo.