Cuando vi emerger aquella silueta gigantesca de la oscuridad, comprendí el miedo que mi abuelo había tenido toda su vida.
Querido abuelo:
Aún me tiemblan las manos mientras te escribo esta carta, y a mi corazón lo embarga una culpa terrible.
He revivido a Grimturg, el monstruo al que has temido toda tu vida. Y el monstruo ha destruido toda la fe que tenía en mí. Cuando el emperador me dio la orden real, sentí nervios. Pero mi maldita curiosidad me cegó. Seguí obedientemente la orden real, aunque en realidad hice lo que hice solo para saciar mi deseo egoísta. Preparé el círculo mágico en lo profundo de la isla y recité el hechizo, como si estuviera en un sueño difuso. Fue emocionante ver cómo se abría un portal enorme del cual emergía una energía sombría que se arrastraba fuera del agujero. Finalmente, Grimturg apareció por la puerta.
Cuando vi aquella silueta gigantesca salir de la oscuridad, comprendí el miedo que tú, mi abuelo, habías sentido toda tu vida. Me di cuenta entonces de que nunca había entendido realmente tus palabras, no hasta ese momento.
Su mirada amenazadora se posó en nosotros y extendió las manos hacia mis alumnos. Había sangre y pedazos de carne por todas partes, y yo estaba ahí, de pie, inmóvil, sin hacer nada. Eso debe ser lo que sentiste cuando conociste a Grimturg. El monstruo arrasó con mis alumnos con su cadena, lanzando magia letal.
No podía hacer nada.
No tuve el valor de ponerme de pie en medio de aquella masacre cruenta. Era como si mi cerebro se hubiera hecho añicos. Hui con una vergüenza indescriptible.
Cometí un pecado imperdonable. Liberé un horror que ahora deambula libremente por este mundo.
¿Cómo pagaré por este pecado?
Ahora alguien más tendrá que detener al monstruo que he invocado. Esta es mi carta de penitencia para ti, abuelo. Arruiné lo que hiciste por nosotros.
Tu nieto que lo arruinó todo, Alterion