A QUIEN ENCUENTRE ESTA CARTA: Te ruego que se la entregues a Quentin del gremio Maza Herrumbrosa de Aldea Vienta.
A cambio, te entregaré la mitad del tesoro que escondí aquí.

Quentin:

Tenías razón. Realmente había un gran tesoro donde lo indicaba el mapa, bajo las rocas de Isla Saurodoma, tal y como dijiste.
Sin embargo, era una trampa que dejaron los Reptilianos que viven en la isla.
Estos humanoides con aspecto de lagarto nos capturaron y encerraron en la isla. Cada tanto, uno de ellos viene a llevarse varios de mis hombres. Ayer, el líder se me acercó y ese monstruo comenzó a hablar en nuestro idioma.
Se presentó como Toublek y me llevó a su guarida para enseñarme los monstruos que había creado por medio de experimentos con magia.
Y... las caras de esas grotescas criaturas... ¡Eran las de mis hombres! ¡Malditos asesinos!

Me lancé contra él, pero de repente perdí el conocimiento. Cuando desperté, estaba de vuelta en mi celda con comida, papel y una pluma. Quizás era una trampa para atraer a los demás usándome como cebo.
Tras mucho pensarlo, decidí escribirte. Eres la mejor persona que conozco y necesito pedirte un favor. Trae a todas las tropas de élite que consigas para derrotar a estos Reptilianos y salvarme.
No has olvidado el pacto de hermandad que hicimos cuando éramos miembros del gremio Tridente, ¿verdad?
Cuento contigo.

Atentamente,
Alexander

(Hay una posdata mal escrita al pie de la carta).

Si no vienes, pondré la cabeza de tu amigo en el cuerpo de un pájaro de terror. Será mejor que te des prisa, no soy hombre de paciencia.

Toublek