Antes de partir de este mundo, yo, Erdor, dejaré este registro de los conocimientos que he adquirido tras años de vivir como un cazador de demonios.
Los demonios destruyeron a mi familia y yo juré hacer todo lo que fuera necesario para encontrar a los culpables y cobrar mi venganza. Por desgracia, todo lo que pude encontrar fueron apenas vestigios de demonios menores y aleatorios.
Aunque esta búsqueda me dejó hecho polvo, finalmente pude aprender algo concreto sobre ellos, aunque ni siquiera fue por mis propios medios. Todo lo que escribiré a continuación es lo que vi y oí a través de los ojos y oídos de un demonio. Qué ironía que el único logro en mi vida como cazador de demonios lo haya alcanzado con la ayuda de uno de ellos...
(Hay marcas visibles de quemadura. Parece que el resto del texto quedó destruido).

Al comienzo, todos los seres exiliados a la oscuridad eterna eran bestias sedientas de sangre. Poco más que recipientes que contenían los pecados del mundo. Estas criaturas procedentes de la oscuridad se llamaban bestias demoníacas, y estaban encerradas en una prisión llamada Diabólica.
Se dice que un día la diosa Sylaveth descendió a Diabólica y convirtió a las criaturas en sus súbditos. Las bestias demoníacas que obtuvieron poder gracias a sus bendiciones se volvieron sagaces e inteligentes. Comenzaron a conocerse como demonios. Estos demonios aparecían en incontables formas y aunque cada uno poseía sus propias habilidades únicas, todos eran astutos y retorcidos hasta la médula. Cuando la diosa se marchó de Diabólica, dejó tras su paso masacres y guerras interminables.
Quienes deseen invocar a un demonio en el mundo deben crear un altar con sangre humana pura, carne y fuego de azufre. Luego, deben dibujar el emblema del demonio y, por último, llamarlo por su nombre verdadero tres veces.
Aquí están grabados varios emblemas y nombres verdaderos de los demonios, pero cualquiera que desee usar esta magia prohibida debe tener en cuenta lo siguiente: quienes ansíen el poder de un demonio obtendrán lo que desean durante un tiempo, pero este camino inevitablemente conducirá a su destrucción.

Su verdadero nombre es Habres y se le conoce como el demonio del conocimiento.
Tiene ojos como llamas, su voz es como el trueno y su lengua es la de una serpiente.
Todas las palabras alguna vez escritas pertenecieron originalmente a la antigua biblioteca de Habres. Él posee las revelaciones del cielo y la sabiduría de la tierra, pero usa sus conocimientos para destruir a la humanidad, enseñándoles verdades prohibidas.
Para oponerte a Habres debes quemar la flor del desierto que crece en forma de lengua de serpiente y hacer que el demonio huela el incienso que estos restos emanan.

Su verdadero nombre es Risieth, la demonio del engaño.
Es la séptima centinela de la diosa perdida. Tiene incontables espinas, filosas como dagas. Sus labios negros rebosan de veneno.
Es una embaucadora experta que usa su hermosa figura y sus susurros encantadores para cautivar a los humanos. Se dice que quienes se sacrifican en favor de sus propósitos tienen escamas que les cubren los ojos.
Para oponerte a Risieth, debes pagar el precio usando la sangre pura de un Estelaris.