Los daigones de la Isla de la desolación son muy diferentes a los humanos.
Hay un gran santuario en la Heredad de Quietis. Le pertenecía a Einar, y solía ser un tribunal para los delincuentes antes de sellar a Deluzhnoa.
Una isla redonda cerca del santuario era un campo de ejecución. Allí arrojaban a los delincuentes que ejecutaban al río, lo que constituía un ritual de purificación de Einar.
El campo de ejecución fue bautizado con el nombre de Isla de la desolación, y los daigones que se arrastraban por la isla le daban un sabor especial al nombre.
Los daigones de la Isla de la desolación son criaturas híbridas de humanos y peces. Estos monstruos parecen humanos, pero tienen aletas y branquias. Sus afilados dientes y rostros de pez les dan un aspecto monstruoso.
Para conocer el origen de los daigones, primero debes oír acerca de la guerra en la Heredad de Quietis. Cuando los gigantes vagaban por esta tierra, una alianza de humanos, elfos, enanos y orcos luchó contra cinco gigantes que querían dominar la tierra. Uno de los gigantes, Quietis, construyó un arma masiva incrustando su corazón en ella; y blandiéndola, devastó la alianza.
Pero al final, la alianza ganó, y el arma perdió el corazón de Quietis.
Al romperse, el arma perdió su energía mágica, y la magia maligna de Quietis se extendió por toda la tierra y llegó hasta la Isla de la desolación. Los peces afectados por esta magia se alimentaban de cadáveres contaminados que llegaron a la costa y se convirtieron en daigones.
La magia de Quietis era maligna, estaba llena de odio y resentimiento. Los daigones con forma de pez continuaron asesinando, alimentándose con cadáveres y transformándose en abominaciones mucho peores. Cuando la isla se llenó de estos monstruos, Lunapas, un elfo, realizó un ritual para neutralizarlos. Algunos daigones se escondieron en la Heredad de Quietis para escapar del ritual. Los daigones que sobrevivieron lograron cumplir la última voluntad de Quietis: Matar, despedazar y celebrar...
