Regente del Inframundo (1)
Por Flynn Lexton
Junto a la cadena montañosa entre Laslan y Fuertepétreo, hay una parte del terreno que se ve como si un inmenso un gusano de arena hubiera taladrado la roca que forma la vasta región rocosa al noroeste del Desierto de Luz Lunar. Esta es la ruta que recorre la reina Bellandir, regente de los gusanos de arena. La zona originalmente estaba bajo tierra, pero una parte ha quedado expuesta a causa de años y años de erosión, por lo que en algunos puntos parece un puente y, en otros, un laberinto. Quería ver ese paisaje magnífico con mis propios ojos, así que busqué a un vendedor de hongos que frecuentaba el Oasis del Santuario para preguntarle. Entonces me topé con un comerciante llamado Bruno.
"¡No lo hagas! ¡Nunca vayas allá! ¡Te lo digo yo, que lo perdí todo ahí y tuve suerte de regresar con vida!".
Me contó que la reina Bellandir era la encarnación de la maldad y que entrar en el hábitat de los gusanos de arena era prácticamente un suicidio.
"¡Cualquier persona que te sugiera ir por ese camino para ahorrar tiempo en el envío de cargamentos o que te diga que puedes ganar grandes sumas de dinero ahí está demente!".
Le compré un trago a Bruno para calmarlo, porque parecía estar a punto de llorar. Al poco rato llegó un comerciante viejo y curtido, y se sentó junto al pobre muchacho, que para ese entonces estaba inconsolable, derramando lágrimas en su jarra de cerveza.
"Tienes que entender la posición de Bruno. Antes era un gran comerciante, dueño de unos cien camellos. ¿Quién podría conservar la cordura tras perderlo todo en un instante?".
El viejo comerciante se presentó como Diego, un vendedor con décadas de experiencia en el Oasis del Santuario. Él fue quien me habló sobre la reina Bellandir, que se había comido los camellos, los productos, las esperanzas y los sueños de Bruno.
Regente del Inframundo (2)
Según el mito, mucho antes de que existiera Venelux esta región no era un desierto, sino una pradera. Sin embargo, un terrible mago oscuro de un país lejano maldijo la tierra, haciendo que todos los cauces de agua se secaran y convirtiendo la pradera en un páramo. Los magos de Fuertepétreo levantaron una enorme roca y la usaron como presa para interrumpir el flujo de agua de las vetas envenenadas. Así fue como protegieron la Aldea Vienta y el Castillo Pétreo de la destrucción.
Pero la maldición del retorcido mago no acabó ahí. Las arañas, que cabían en un puño, crecieron hasta el tamaño de un humano y se apoderaron del desierto, mientras que los gusanos de la tierra crecieron al tamaño de casas y se volvieron capaces de tragarse a un animal entero.
"Al final, la gente no tuvo opción más que tomar una ruta mucho más larga para rodear el desierto. Nos orilló a una vida de caravanas colectivas, la cual aún practicamos hoy en día".
"¿Pero hoy en día no hay comerciantes que atraviesan el desierto para visitar el Hormiguero? Además, hay mercenarios que se encargan de matar gusanos de arena".
Al decir esto, Diego me sonrió.
"Eso se debe a un incidente que ocurrió hace casi una década. Desde entonces la gente es más intrépida y cruza sin temor por el medio del desierto y les hace frente a los gusanos de arena".
Hace cerca de una década, un gremio llamado la Orden del Cisne contrató a un enorme número de mercenarios para buscar un material especial. La líder era una mujer joven llamada Roen, de la que nadie había oído hablar antes. Pero algunos miembros del gremio que obedecían sus órdenes eran bastante conocidos. Incluso se vanagloriaban de contar con algunos héroes genuinos como Clay, el aclamado mago genio, y Gerard, el famoso caballero de plata.
Regente del Inframundo (3)
"Atacaron la Madriguera del Gusano de Arena con los mercenarios y cazaron a los gusanos de arena a los que nadie se había atrevido ni siquiera a acercarse. Y entonces, ella apareció".
Era Bellandir, la reina de los gusanos de arena. Emergió abriendo el suelo en dos y devoró a muchos miembros de la Resistencia, incluida a Roen.
Sin embargo, de un momento a otro ocurrió algo increíble. Una inmensa luz púrpura estalló y Roen emergió en forma de un fénix alado, rajando la barriga de la reina de los gusanos de arena.
"Yo tampoco lo habría creído si no lo hubiera visto con mis propios ojos".
Sorprendido, le pregunté qué estaba haciendo ahí. Me contestó que estaba viajando para venderles suministros a los mercenarios de un oasis cercano.
El viejo comerciante se rió y dijo:
"Para sobrevivir hasta la vejez como líder de una caravana, hay que evitar el peligro pero saber mantenerse lo suficientemente cerca de él para aprovechar las oportunidades que trae".
Definitivamente recuerdo haber escuchado el nombre Roen antes en otro lado, así que estaba a punto de hacerle a este tal Diego una pregunta al respecto cuando de repente se puso de pie e hizo un gesto con las manos indicando que ya había hablado demasiado.
Diego se fue sin más y se llevó a Bruno, quien se había desmayado sobre la mesa. Luego, todo el mundo siguió dándome una advertencia tras otra sobre lo peligrosos que son los gusanos de arena. Tal vez la historia de Diego no fuera más que las fanfarronadas de un comerciante cualquiera, pero sentí que de alguna manera necesitaba oír lo que dijo. ¿Sería posible documentar la conducta de estos gusanos de forma segura, sin tener que arriesgar mi vida, si buscara a personas que quieran vengarse de estas bestias?
Si puedo sobrevivir a un encuentro con un gusano de arena, me gustaría escribir un libro al respecto y hablarles a las personas sobre su majestuosidad.
Regente del Inframundo (4)
Logré regresar con vida. Fue toda una experiencia que solo logré sobrevivir gracias a la suerte. Estoy tentado a escribir la historia en una autobiografía, en vez de hacerlo en un diario de monstruos.
¿Cómo puedo expresar la majestuosidad y presencia de los gusanos de arena? Aunque no logré ver cómo mis acompañantes llevaban a cabo su venganza hasta el final, las imágenes de la ilustradora Regina Lehman, quien me acompañó en el viaje, se incluyen en el libro.