Tomé la decisión de registrar las historias que suelo contarles a los aldeanos, una por una. La primera es una historia que se ha transmitido por generaciones dentro de mi familia sobre mi tatarabuelo, Sir Aldric.
Cuando tenía veintiún años, dijo que un demonio apareció en esta zona. Cuando lo invocaron, otros seres demoníacos menos importantes, como ojos malignos y diablillos, aparecieron en el mundo. La gente sucumbió ante el miedo y la confusión, como si la puerta del infierno se hubiese abierto. En aquel entonces, el Santuario del Deseo, donde habían aparecido estos demonios, emanaba un nivel de energía demoníaca tan poderosa que incluso la gente común y corriente sentía escalofríos perturbadores a kilómetros de distancia.
Un día, Sir Aldric pasó por este santuario y rescató a un desconocido que estaba en el suelo. Le dijo que era un trotamundos que acababa de escapar del Santuario. Pasó una noche en la casa de Sir Aldric y le contó lo que había visto y escuchado en el Santuario del Deseo.
Según su historia, el monstruo que apareció en el Santuario era un "demonio del conocimiento" invocado por Junobote, un Gran Anciano de la Orden Sylaveana. El demonio le regaló el "libro prohibido" a Junobote, quien anhelaba poseer un conocimiento absoluto. Sin embargo, esto resultó ser un error fatal.
Junobote aprendió a absorber el poder de los demonios mediante el libro prohibido. Su primer sujeto de prueba fue el demonio que se lo dio. Junobote drenó los poderes del demonio del conocimiento y casi lo destruye, aunque a él tampoco le fue muy bien. Junobote, ahora parte demonio, entró en un trance de locura y acabó por encerrarse en el Santuario del Deseo.
La historia del trotamundos era interesante, pero difícil de creer. Dijo que si no le creía, debería ir al páramo y buscar a un monstruo llamado Malakar. Junobote sacrificó un ojo al demonio del conocimiento a cambio del libro prohibido, y este demonio convirtió aquel ojo en un monstruo al que luego liberó.
Al día siguiente, luego de que el trotamundos se marchara, Sir Aldric fue a visitar a los magos de Venelux que estaban trabajando en la barrera del páramo y les contó la historia. Ellos tomaron en serio este relato y confirmaron que, hasta ese momento, sus propias investigaciones coincidían en gran medida con las palabras del trotamundos, especialmente con aquella parte sobre la aparición de un monstruo llamado Malakar en el páramo...
Los magos de Venelux buscaron a este trotamundos desesperadamente para escuchar su historia y hacerle más preguntas, pero no pudieron volver a encontrarlo.
Mi padre escuchó esta historia de boca de mi tatarabuelo, Sir Aldric. Me contó que, durante su vejez, Sir Aldric a veces recordaba a aquel trotamundos y que incluso creía que podría haber sido el demonio del conocimiento encubierto.
Este demonio tenía la costumbre de anotar, recopilar y compartir conocimientos constantemente, lo que explicaría tanto el deseo del trotamundos de contar su historia, como lo mucho que sabía sobre el funcionamiento interno del santuario. Y con respecto a la recopilación de conocimiento, Sir Aldric mencionó que aquella noche que pasó en su casa, el trotamundos hojeaba los libros en los estantes y hacía notas con esmero.
Sin embargo, si se trataba de un demonio de verdad, ¿por qué había mentido sobre sí mismo? Si bien es una gran historia, la posibilidad de que hubiera sido un demonio parecía un poco disparatada.
- Norman Moss, A.N, 1179