Lo que me ayuda a seguir adelante es la pena que siento por mi esposo y la furia incontrolable de mi interior contra la Legión de Arkeum.

La tenue luz de la luna iluminaba el mapa sobre el escritorio. La isla reflejada en este mapa acabó con la vida de mi marido. Me temblaron las manos al tomarlo. El arrepentimiento y la ira se apoderaron de mí en el momento en el que recordé aquel fatídico día.
Cuando Solisium cayó en manos de la Legión de Arkeum, le juré lealtad a Reville Lupius para proteger la Isla Nébula, donde se ocultaba el tesoro real, de los invasores.
Pero al poco tiempo descubrieron documentos de la Isla Nébula en la biblioteca real secreta, así como cuán falsa era mi lealtad. Me torturaron para obtener más información, pero jamás me rendí. El tesoro escondido en la isla estaba compuesto por reliquias mágicas tan destructivas que hasta el Salvador del Reino, aquel que las había encontrado, prohibió su uso. Si la Legión de Arkeum encontrara el tesoro, sin duda destruiría Solisium para siempre.

Pero entonces trajeron a mi marido. Estaba cubierto de sangre y en su mirada solo había desesperación. "Dinos dónde está la isla o serás testigo de cómo tu marido sufre la muerte más horrible", me amenazaron los de Arkeum.
No había escapatoria. Les dije dónde estaba la isla, creyendo que era la única forma de salvar a mi marido. Los soldados de Arkeum se rieron. "Bien. Este es el precio que pagarás por traicionar al Maestro Reville Lupius".

Fue entonces que mataron a mi marido. No pude hacer más que verlo morir.
Esa noche, escapé de la prisión jurando venganza. Luego me uní a la Resistencia y comencé una expedición para encontrar la reliquia escondida en la Isla Nébula.
Dibujé el mapa. Mi deber era encontrar la reliquia antes que los de Arkeum y destruirlos con su poder. Nunca descansaría hasta que llegara el día.