Para Henderson, que tiene la voz de un ángel.
Me llamo Caramilla y soy una bailarina.
Hace poco pasaba por el Viñedo de Vienta cuando te oí cantar y me quedé sin aliento.
En un instante, se extendió un vasto desierto ante mis ojos y pude verte: un valiente guerrero cabalgando sobre un caballo blanco, abatiendo la Legión de Arkeum.
Tu capa ondeaba a tus espaldas y atrapaba los brillantes rayos de sol, mientras cargabas con una espada dorada.
Cuando la canción acabó, la escena se disipó y en un parpadeo, volví a estar en el viñedo.
¡Tu voz es una bendición de los dioses, Henderson!
Si combinamos tu canto con mi danza, ¡seríamos capaces de alegrar los corazones de mucha gente!
El último día del mes y luego de tu última presentación, ¿te gustaría que nos viéramos?
Te esperaré en el teatro del viñedo.
Sinceramente,
Caramilla, a quien tu voz le robó el corazón.