¡Brandon!
El otro día oí sobre tu visita. No suelo salir del laboratorio, pero causalmente ese día no estoy en la ciudad.
Mi asistente me informó que viniste a preguntar por Clay Carter. Por suerte me acordé de algunas cosas, así que te enviaré una nota.
Clay Cartair no era precisamente un chico que destacase mucho en Venelux. Tenía una mirada astuta, pero por su forma de hablar y su conducta precavida, solía dar la impresión de que era torpe y que no tenía demasiado talento.
De hecho, por donde Clay pasaba, siempre dejaba un rastro con los objetos que se le caían de su bolso, aunque rara vez los perdía permanentemente. Por lo general, acababa volviendo por donde había venido y recogía todo lo que había perdido en el camino.
Sin embargo, Clay era excelente a la hora de adquirir conocimiento. No había un solo rincón de la biblioteca de Venelux que Clay no conociera. La verdad es que le encantaba aprender porque tenía un entendimiento muy profundo del mundo y una curiosidad sin límites.
Un mago sabio reconoce las probabilidades de futuras catástrofes en el mundo y él ya se estaba preparando para el día en el que inevitablemente le tocara combatirlas.
Los magos de Venelux tienen un extraño sentido de vocación para salvar al mundo y Clay no era una excepción. Incluso entre estos magos con complejo de héroe, sus motivos parecían más... puros, si es que eso tiene algo de sentido, y es por eso que, entre todos los magos, le presté especial atención a él.
Ahora se encuentra sirviendo a la Resistencia con honores, pero en aquel entonces tenía problemas para aprovechar su potencial. Así que decidí guardarme las expectativas que tenía sobre él para mí porque me preocupaba que tanta atención acabara perjudicándolo. Por suerte, al crecer acabó perfeccionando sus habilidades.
Espero que no sientas que has desperdiciado tinta con mi historia. Estoy ansioso de recibir tu trabajo terminado.
Suerte con la escritura.