Querida Marcella:
Hola, ¿cómo estás? Espero que Mercer y Uriel también se encuentren bien. Han pasado ciento cincuenta años desde que dejé mi hogar, así que supongo que habrán crecido mucho. Estaré en un campo de batalla para cuando te llegue esta carta. Pero no te preocupes. Volveré a casa cuando esto acabe. Pasaron muchas cosas en los últimos treinta años. No podía contarle esto a nadie, pero tú siempre escuchabas mi historia con sonrisas, así que quería contarte esto.
Cuando vine aquí a enseñarles magia a los humanos, conocí a un niño de doce años. Se llamaba Horton. Ya podía sentir la presencia de los elementales, y tenía un gran potencial en magia. Me ponía muy feliz verlo recitar a la perfección los conjuros que yo le enseñaba. Y un día ocurrió lo inesperado. Horton me pidió que le enseñara hechizos para aplastar rocas para proteger a las personas de las rocas que caían.
No sabía si ya estaba listo para enseñarle hechizos mágicos peligrosos, pero el niño se veía muy sincero. Así que le enseñé un par de hechizos mágicos explosivos. Al año siguiente, hubo sequía, y Horton y yo tuvimos que ir de caza para encontrar algo de comida. Horton me dijo que iba a cazar un ciervo él solo, así que lo dejé tranquilo. Al cabo de unas horas, oí una explosión. Fui hacia donde se dirigía Horton, y lo que vi... fue algo terrorífico.
Había una pila de cadáveres de animales despedazados, sangre por todas partes; y Horton estaba de pie en medio de la masacre, y sonreía mientras la sangre le chorreaba. Parecía casi como si fuera un demonio. Entonces me di cuenta de que había un problema con ese niño. Tras considerarlo un buen rato, tomé una decisión. No podía dejar que mis hechizos mágicos destruyeran el mundo. Unos días después, llevé a Horton a un acantilado, lo até con mi magia y lo elevé en el aire.
El niño gritó. "¡Maestro, por favor, no me haga daño! ¡Juro que no volveré a usar la magia! Puede cortarme las manos, si lo desea". Y me hizo dudar. No era capaz de matar al niño. Así que le hice jurar que nunca usara la magia que yo le había enseñado, y lo dejé irse. Sabía que eso era inútil, pero era lo mejor que podía hacer. Unos años después, el rey de los humanos declaró la guerra a los elfos. Fue una estupidez enseñarles magia a los humanos. No conocíamos su verdadera naturaleza.
Me nombraron comandante de nuestro ejército de magos, y luché en dos batallas. Conseguí la victoria en ambas ocasiones por suerte, pero no teníamos una buena perspectiva. Incluso nos llegó la noticia de que los humanos están usando la magia oscura. Ayer recibí una carta del comandante de nuestro enemigo. Me sorprendí al enterarme que el nombre del comandante enemigo era Horton. La carta decía que iba a despedazarnos a todos solo con el poder de la oscuridad, y que nunca usaría nada de lo que yo le enseñara, tal y como prometió... Creo que por fin estoy listo para matarlo.
Mañana le pondré fin a la tragedia que comencé hace mucho tiempo. Te contaré más detalles cuando regrese a casa. Tendrás que oír todo, sin importar lo aburrido que sea, ¿de acuerdo?
Tu leal amigo, Leoneil.