Deluzhnoa abrió la boca y dejó salir un aire gélido. Cuando ese aire gélido, capaz de congelar la carne y la sangre, se aproximaba a los siete magos, la maga de la tierra Dneira levantó las piedras y enterró la niebla gélida debajo del polvo.
La tormenta de hielo lanzada por Deluzhnoa se aproximaba a Hale Verpheus. Hale no pudo evadir el ataque mientras conjuraba su hechizo de atadura, así la maga del fuego Kirilrosa lo ocultó con fuego. Su ocultamiento desató un infierno de dragones que colisionó con la tormenta y creó un vapor espeso.
Lleno de ira, Deluzhnoa soltó un alarido y un carámbano gigante comenzó a caer. El mago de las mutaciones Dorian se transformó en un águila, y el mago del viento Alcon lanzó un viento hacia el cielo y lo ayudó a volar. Dorian se dejó llevar por el viento sin dejar de transformarse ni de lanzar su magia. El carámbano se partió en pedazos, reflejando el brillo de la luz.
Fue en ese momento que Deluzhnoa encontró cuatro reliquias en el templo. Las reliquias estaban llenas de magia elemental y habían sido preparadas por los siete magos para controlar el poder de Deluzhnoa. Deluzhnoa se percató del plan y se abalanzó hacia las reliquias; enseguida, Andras comenzó a conjurar un esquema de encantamiento. Andras apenas llegó a completar el esquema antes de que la lanza gigante de Deluzhnoa perforara su cuerpo.
Anaxa, que fue rápidamente a salvar a Andras, intentó sanar su herida, pero ya no tenía esperanza de salvación. Con su último aliento, Andras tosió sangre y ordenó a los que quedaban que contraatacaran.
La magia de Dneira jaló la lanza de Deluzhnoa hacia la tierra y las llamas de Kirilrosa se montaron en el viento de Alcon para contener a Deluzhnoa. Cuando Dorian activó la reliquia de control, Hale extendió sus manos hacia Deluzhnoa. El largo hechizo de sellado por fin se completó.
- Deluzhnoa, en la batalla final -