Una carta para un maestro de Laslan
Estimado maestro: me preguntaba cómo estaba su salud estos días y si había recibido las cincuenta raíces de mandrágora seca y los diez barriles de savia de temitrán que le envié la última vez. Debo confesar que ese no es el único motivo por el cual le escribo, sino para hacerlo partícipe de un evento digno de atención que podría interesarle.
Últimamente he estado viajando por Fuertepétreo para descubrir medicamentos nuevos. Pero con lo que en verdad me he topado es que la gente de esta zona ha vivido tanto tiempo en la pobreza que rara vez tiene acceso a medicamentos adecuados y debe recurrir a remedios populares poco fiables. Como farmacéutico, me entristece no poder hacer nada para detener esas prácticas. Como usted siempre ha dicho, la dolencia física no discrimina, así que ¿por qué solo sufren los débiles y pobres?
Como sea, en mi búsqueda oí rumores de una hierba milagrosa que circulaba en el mercado negro de Fuertepétreo que prometía mejorar la piel y curar la calvicie con tan solo tragarla. Lo más probable es que solo se trate de una yerba sin ninguna virtud, o peor... venenosa.
Hace décadas, cuando los aristócratas se untaban cosméticos que contenían mercurio y perlas para blanquear su piel, nadie habría sabido lo que les ocurriría más tarde.
Con ayuda de la Oficina de la Resistencia, registramos el mercado negro con un puñado de guardias hasta que, por suerte, encontramos al vendedor y le confiscamos todos los supuestos elíxires que llevaba consigo. Muchos ya se habían vendido y no quedaba tanto, pero analizamos rápidamente lo que habíamos encontrado para poder advertir a las personas que habían comprado. La mayoría de las pociones eran combinaciones de ingredientes ridículas, como heces de armadillo y piel de cobra que se vendían como curas; sin embargo, para mi sorpresa, una de ellas tenía un valor medicinal real.
Se trataba de un hongo de sangre que, al secarlo, se endurecía tanto como la corteza de un árbol. El charlatán del mercado negro dijo que si lo sumergías en agua y lo bebías, era una verdadera panacea.
A pesar de que no le creí nada, lo metí en el agua de todos modos y, de la nada, se volvió roja como la sangre. Analicé el agua y, para mi sorpresa, descubrí que tenía propiedades analgésicas y antiinflamatorias. Además, también dilataba los vasos sanguíneos. No lo llamaría panacea, pero definitivamente ayuda a mejorar el flujo sanguíneo (lo cual siempre es bueno), devuelve el color al rostro y ayuda a prevenir la presión alta y las enfermedades cardíacas.
El problema es cómo obtenerlo; me enteré de que el hongo de sangre es un tipo especial de hongo que solo crece en madrigueras de gusanos de arena, por lo que para conseguirlo hay que arriesgar la vida. Naturalmente, no mucha gente está dispuesta a mejorar su flujo sanguíneo a riesgo de perder la vida, así que parece que solo unos pocos comerciantes intentarán ofrecer este producto.
Este ingrediente podría ayudar a muchas personas, pero no solo es difícil de conseguir, sino que al parecer también es ilegal... No sé qué hacer sobre este tema. Por todo esto tomé mi pluma, con la esperanza de que mi antiguo maestro tuviera algunas palabras de sabiduría para compartir con su aprendiz perdido.
De momento iré a la Madriguera del Gusano de Arena para aprender más sobre el hongo de sangre por mi cuenta. Si me cruzo con algún mensajero en el camino y le envío esta carta, quizás habré recibido su respuesta a mi regreso.
Cuídese mucho.
Su tonto aprendiz, Renos