Sus cuerpos colgados en el árbol: ese fue lo que obtuvieron quienes desobedecieron a Kazar.

Cuando Kazar me dio la orden, sabía que todo iba a cambiar. Los soldados que creían que estaba bien robar un par de tesoros tendrían que cambiar su actitud.

Por orden de Kazar, envolví a los soldados ladrones con paños mojados de pies a cabeza y los colgué del árbol. Los soldados se retorcían, suplicaban y lloriqueaban como grandes gusanos blancos, pero todos murieron de hambre y sed.

Algunos apartaron la mirada ante el espantoso castigo, puesto que los llenaba de miedo y ansiedad. El mensaje de Kazar era claro. Ya sea que la reliquia que encontremos sea mágica o no, cualquiera que la toque pagará.

Me hizo darme cuenta de que Kazar estaba obsesionado con las reliquias, incluso hasta un grado letal. No sé el razonamiento detrás de esto, pero me imagino que la reliquia que está buscando debe valer toda esta crueldad. También he aceptado el hecho de que debo ser parte de esta locura, como el ejecutor de sus órdenes.

Mis hombres también lo saben, siento su desesperación, pero nunca les mostraré mi miedo. Solo soy una herramienta, una herramienta que sigue las órdenes de Kazar.